Para explicar la vocación boxística de Diego Gabriel Chaves basta con una simple extracción de sangre y posterior análisis de ADN. El boxeo lo lleva en la sangre y su árbol genealógico lo demuestra.

Su abuelo Rudecindo fue el pionero como boxeador hasta llego a combatir en el ring del Luna Park. Él forjó como padre y como entrenador a Ismael Armando, Ariel Gabriel, Carlos Abel y al menor de todos, “La Joya” de la familia Chaves.

Ismael y Ariel fueron campeones argentinos, en las categorías welter junior y welter, respectivamente. Incluso, Ariel ganó también el cinturón latino OMB súper welter, que supo ostentar Diego antes que decidiera militar en las 147 libras.

En su niñez y adolescencia, alternaba con el fútbol, ya que llevaba 4 años en Vélez, jugando de enganche. Así que entrenaba a la mañana en Vélez y a la tarde en Caseros con el pugilismo. Sin embargo, a la hora de la elección, valió más su amor por los guantes que por la pelota.

Como amateur participó de dos mundiales, sin suerte. Ganó la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Río De Janeiro 2007 y fue medalla de plata en los Juegos Odesur.

Su debut como profesional fue el 5 de julio de 2008 ante Juan José Islas, a quien noqueó en tres asaltos. Con solo 10 combates, el oriundo de San Miguel Buenos Aires consiguió su bautismo titular: Cetro latino OMB súper welter y al mismo tiempo, se abría en el camino internacional ubicándose en el puesto 14 en el ranking de la entidad.

Cuatro meses mas tarde, Chaves suma el cinturón Welter OMB Latino a su colección otra vez por la vía rápida. Actualmente, con cinco defensas del cetro latino, se posiciona, invicto, en el cuarto lugar del ranking mundial. Y el 26 de noviembre hizo gala de su poderoso gancho de izquierda para demoler en solo 3 asaltos al duro y experimentado Jorge Daniel Miranda.

Cumplió 25 años el 7 de abril, lleva 20 peleas, todas ganadas, 16 por KO. Apoyado por el club de sus amores Vélez Sarsfield; dirigido por sus tíos (a quien él suele llamar hermanos, lo que aumenta la confusión) y conducido profesionalmente por Mario Margossian, Diego está en constante crecimiento y con el mismo sueño cuando hacia los goles para Velez o le pegaba por primera vez a una bolsa de boxeo: Ser campeón mundial.